Parece ser que ha sido decisión del propio Don Felipe conceder a su proclamación un ceremonial ajustado a los requerimientos institucionales y a las peculiares circunstancias por las que atraviesa actualmente España. Así, el ceremonial ha estado enmarcado por la ausencia de elementos religiosos, por un programa sobrio pero no exento de brillantez y estrecho contacto con los numerosos ciudadanos que se han acercado a mostrar sus sentimientos durante el recorrido posterior en vehículo hasta el Palacio Real y el posterior saludo de los nuevos monarcas desde el balcón principal.
Con la ausencia protocolaria de Don Juan Carlos durante la ceremonia de proclamación se ha querido simbolizar que el padre del nuevo Rey ha pasado a un segundo plano, aun cuando posteriormente ha acompañado a su sucesor en el saludo desde el balcón.
La ausencia de Doña Cristina, que desde la media noche de ayer ya no es miembro de la Casa Real, sino solamente familia del Rey, tampoco ha sido una casualidad; su situación judicial no debía ensombrecer la proclamación del nuevo monarca. Y porque los actos de hoy y las circunstancias que rodean a este histórico momento están siendo escrutadas por todos los españoles y por la opinión pública internacional, el día del inicio de su reinado era necesario ofrecer una imagen fidedigna e inequívoca de la solidez institucional de nuestra Monarquía en la persona de Felipe VI.
Antonio Martínez Morante. Secretario General de la Delegación de Defensa de Murcia. Docente de IMEP
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