¿Os habéis dado cuenta alguna vez lo complicado que sería eliminar de nuestro vocabulario la palabra ¨no¨? Bueno, incluyamos también el famoso ¨pero¨, que suele equivaler a decir ¨no¨ con rodeos o a rechazar algo más sutilmente.
Y es que nos han programado desde niños para el uso del ¨no¨. Es como una barrera de protección, nuestra mente reacciona y, consciente o inconscientemente, libera endorfinas que nos estimulan, encontramos nuestro espacio. ¿Vamos al concierto? ¿Apoyarías esta idea? Pues eso, si la respuesta es ¨no¨, está todo hablado. Y si la respuesta es ¨sí, pero…¨, probablemente es un ¨no¨ que cuesta decirlo a la primera.
En la organización de eventos, en el mundo de la comunicación, en el liderazgo y en nuestra vida diaria, todo sería mejor si elimináramos las palabras ¨no¨ y ¨pero¨, si de pronto dejaran de existir y se esfumaran de nuestra mente. Eso sí, podemos considerar honrosas excepciones donde sí se recomienda encarecidamente, porque ¨ ¡no es no!¨.
Os animo a hacer un experimento que yo probé hace muy poco en un taller de improvisación. Coged un amigo, compañero o familiar e inventad una historia donde cada uno hace de un personaje en una situación concreta, iniciando un diálogo que gire en torno a dicha historia. Os reto a que la palabra ¨no¨ o ¨pero¨ saldrá en cuestión de segundos, sola o acompañada, en cualquiera de sus formas; seréis incapaces de avanzar la historia sin mencionarlas. Es como magia, sin daros cuenta. Si queréis me avisáis para que yo lo vea y se admiten apuestas (quedarse callado o entrar en bucle es trampa…). Repito: segundos, si alguien llega a 1 minuto es un súper héroe. 15 pruebas con 15 parejas diferentes y nada, que sigue apareciendo el ¨no¨ y el ¨pero¨ enseguida.
Hay una dinámica docente que yo utilizo con mis alumnos cuando tenemos que debatir un asunto que admite opiniones y que carece de una verdad absoluta, haciendo dos grupos para que cada uno defienda una idea. Enfrento a los dos grupos en fila y han de irse lanzando argumentos en turnos de réplica. Puede utilizarse desde en situaciones personales, como ¿qué prefieres, ir a la playa o a la montaña?, hasta en situaciones profesionales, como ¿qué crees que es mejor, un liderazgo autoritario o participativo en eventos?; así en cualquier área de debate. La regla del juego es que cada grupo ha de empezar por ¨Sí, y…¨. ¿Adivináis quién aparece? Siempre el ¨pero¨ para defender ideas, por supuesto aderezado con varios ¨noes¨ en la argumentación.
Los eventos son como el fútbol, todos tienen una opinión (sobre el formato, la duración, los elementos de decoración o cualquier faceta), todos somos expertos ¨entrenadores¨ y queremos mover las piezas. Y claro, algunos son patrocinadores, gabinetes de las autoridades que los contratan, etc., por lo que algo tienen que decir. Si en la búsqueda del consenso somos capaces del ¨sí, y…” o de encontrar soluciones sin utilizar el ¨pero¨, creedme, es más fácil defender tu opinión y preservar la relación.
Si esto cuesta, una solución para el ¨pero¨ es utilizarlo en un orden diferente; cambia decir ¨llenar el congreso es difícil, pero vamos a intentarlo¨, a decir ¨vamos a intentar llenar el congreso, pero es difícil¨, ¿mejor de la primera forma, reforzando lo positivo?
Por cierto, una curiosidad, ¿sabéis cuántos cambios he tenido que hacer para eliminar mis ¨noes¨ o ¨peros¨ de este artículo y así predicar con el ejemplo? Pues han sido 9 reemplazos, ¡más que párrafos! Y es que uno sí es el más común de los mortales.
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