Erich Hartman dijo una vez; “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. Durante los días de conflicto bélico que llevamos a nuestras espaldas hemos podido observar cómo una frase tan triste se hace realidad. En pleno siglo XXI, nos hallamos ante un evento con precedentes históricos donde el protocolo, la etiqueta y las relaciones entre instituciones «brillan» en su presencia. Acontecimiento que se da en un contexto histórico marcado por la revolución tecnológica y una pandemia mundial.
Estamos acostumbrados a relacionar los eventos con sucesos que nos llevan a sentimientos positivos, al ocio o disfrute de los asistentes y espectadores (cumpleaños, bodas, cenas, entregas de premios, reconocimientos, competiciones deportivas, etc.). Pero nos olvidamos de todos aquellos que catalogamos como tristes o irrespetuosos (funerales, guerras, etc.).
“La guerra es un acto social que emplea fundamentalmente la violencia como lenguaje y que tiene como finalidad conseguir poder. La guerra no se hace porque sí, aunque se presente con pieles diferentes, al observador poco inquisitivo. La esencia última es la obtención del poder, para obligar a nuestro adversario a cumplir nuestra voluntad”.
Pujol de Lera, V. Comandante del Ejército de Tierra.
Cuando escuchamos la palabra guerra se nos viene a la mente el tradicional conflicto donde se enfrentan dos bandos a base de artillería, pero en estos momentos esa ya no es la definición que le debemos aplicar a dicha palabra, ya que nos hemos sumergido en un mundo completamente globalizado donde esa “clase de guerra” dista de la actual. El presente conflicto podríamos incluirlo en la clasificación de “guerra híbrida”.
En una guerra híbrida, por un lado, se manifiestan los ataques tradicionales propios de combate donde se enfrentan dos bandos por medio de sus propios ejércitos, o incluso mercenarios contratados, con toda la artillería y material militar que disponen. De este modo, se despliegan medios aéreos (como aviones militares y bombarderos), marítimos (como los buques de guerra) y terrestres (como los tanques). Por otro lado, el empleo de nuevas tecnologías para distintos ataques cibernéticos entre los que destacan el hackeo o el lanzamiento de mensajes que distan de la realidad, ya sea por las redes sociales o los medios de comunicación tradicionales, con el fin de alterar la percepción de la realidad. Según J. A. Nuñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH): “Rusia ya está desplegando esta clase de conflicto”.
Nos encontramos en una revolución tecnológica donde conocemos lo que pasa en la otra parte del mundo en cuestión de segundos. A través de estos avances, estamos siendo testigos de cómo las personas se intentan esconder en búnkeres, escapar como refugiados de su país y de todas las atrocidades con las que nos encontramos. Escuchando también, como Vladimir Putin, el presidente de la Federación de Rusia pretende atentar con misiles nucleares si no le permiten su avance hasta la capital para tomar Ucrania en su poder definitivamente. La facilidad que hemos estado nombrando, en cuanto a conocer las noticias del mundo que nos rodea, supone a la vez una desventaja significativa, ya que nos convertimos en víctimas de una clara desinformación oculta tras contenido falsificado para crear una visión difuminada de la realidad. Estos contenidos manipulados son un componente descriptivo de lo mencionado anteriormente sobre la guerra híbrida. Así, los medios de comunicación, las redes sociales…, sirven para manipular la verdad, mostrando imágenes de los líderes gobernantes en otros años y situaciones, o momentos de guerra que no son la actual.
“Los eventos son aquellos fenómenos que surgen de ocasiones no rutinarias y que tienen objetivos de ocio, culturales, personales u organizativos establecidos de forma separada a la actividad normal diaria, cuya finalidad es ilustrar, celebrar, entretener o generar experiencias en un grupo de personas”.
Shone, A. y Parry, B.
“Un evento es un acto en directo, efímero (irrepetible), que relaciona en el mismo espacio al emisor y al receptor, dirigido a un grupo especifico de personas, diseñado a medida y que pretende generar una respuesta y actitud en su público”.
Campos de Quevedo, G.
Cualquier guerra es un evento socio-geo-político que deja huellas históricas. Estos atentados contra la paz no se distan de cualquier otro tipo de evento que se celebra a diario en nuestro entorno. Todos ellos guardan una serie de características fácilmente identificables.
En primer lugar, se puede entender la guerra, así como cualquier otro acontecimiento, como un acto de comunicación organizado y planificado, siguiendo una metodología con el fin de conseguir un objetivo, generando una experiencia y emociones para los implicados. Y es que una guerra comunica, y mucho, dejando ver las intenciones e identidades de las partes. La planificación y estrategia es la base para salir airosos de ellas. El objetivo es el fin que se quiere alcanzar con las mismas, siendo el tesoro a encontrar, el poder en una guerra. Todo ello, sin dejar de perseguir la generación de experiencias tales como el miedo, la impotencia, la tristeza por la pérdida de seres queridos, la desolación, la alegría de una victoria o la unidad; con el fin de lograr su cometido asociado con el poder. En segundo lugar, la guerra cuenta con los actores principales de todo evento, concretamente en la que nos acontece: la intervención de una entidad organizadora, la Federación de Rusia (el país más extenso del mundo, con un sistema político autocrático respaldado por oligarcas, que ocupa dos continentes, Europa y Asia, con once zonas horarias); proveedores de armas (los países integrantes de la Unión Europea o los de la OTAN como Estados Unidos) o proveedores económicos (Unión Europea, China, Reino Unido); y clientes receptores (Ucrania).
En tercer lugar, el protocolo y la etiqueta marcan la diferencia de un evento. Estos constituyen elementos fundamentales de las guerras. En el caso del enfrentamiento Rusia-Ucrania, el protocolo viene marcado por las jerarquías militares de los países en cuestión, en concordancia con sus propias legislaciones marcadas por cada estado. La etiqueta se observa en los luchadores de pie con sus vestimentas, la customización con banderas estatales de los vehículos empleados, la forma en la que se comunican los personajes políticos, etc.
Actualmente tienen cabida en nuestro día a día una infinidad de eventos que se desenvuelven en distintos escenarios por todo el mundo. Todo tipo de eventos del presente, aunque especialmente aquellos del pasado, resultan objeto de estudio y análisis sirviendo de precedentes para prosperar e innovar en un futuro próximo, puesto que este mundo de los eventos avanza a pasos agigantados junto con la sociedad. Y es que la organización de eventos nace junto con los seres humanos, pues prevalece la necesidad que tenemos de socializar. De este modo, también tenemos constancia de aquellos errores del pasado, de los que no nos sentimos orgullosos, como el nazismo o el par de guerras mundiales. Todo y ello, a veces, dejamos de lado aquello que hace años habíamos condenado, olvidándonos también de los acuerdos y tratados que hemos apoyado por la defensa de los derechos humanos y la prospección de la paz mundial. Aunque atendiendo a nuestro pasado, tampoco resulta extraño que una vez más en este panorama capitalista, los seres humanos velemos por nuestros propios intereses sin pensar en los de los demás. No resulta extraña una guerra, e incluso, no nos afecta si sucede alejada de nosotros (como la Guerra Civil Siriana). Pero esto ya cambia si acontece a nuestro lado, en la misma Europa, a escasos kilómetros y en la que está involucrado un país con el que compartimos estrechas relaciones comerciales.
En lo que podría ser el conflicto más grande de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, se están llevando a cabo múltiples relaciones institucionales, con el objetivo de conseguir poner el punto y final a esta lucha. Entendemos las relaciones institucionales como las políticas exteriores que se desenvuelven en el panorama internacional entre diferentes agentes, independientemente de su carácter estructural público o privado. Diferentes administraciones públicas, como son los estados, se reúnen continuamente para unir sus poderes y buscar soluciones. Del mismo modo que lo hacen organizaciones privadas con intereses comunes, como son la Organización del Tratado del Atlántico Norte (de ahora en adelante OTAN) y la Unión Europea (de ahora en adelante UE).
Tras una pandemia que ha afectado a todos los estados, de norte a sur y de este a oeste, dejándonos consecuencias económicas y humanas que a día de hoy seguimos combatiendo, ¡llegó la guerra! Llegó la guerra que tiene a todo el mundo en vilo, siendo partícipes, ya sea de forma directa o indirecta. ¿Nos encontramos en los inicios de una Tercera Guerra Mundial?
Previamente, agentes como la OTAN y la UE pretendían interferir lo mínimo posible en dicho conflicto, dado que ni Rusia ni Ucrania pertenecen a las organizaciones citadas. Por ello, intentaron mediar por la vía diplomática para evitar o frenar la invasión. Posteriormente, con la entrada de las tropas de Putin, se alcanza un punto de no retorno que lleva a la conclusión de que dicha mediación no estaba siendo efectiva y se recurre al contraataque de los países europeos y aquellos pertenecientes a la OTAN. Los europeos comenzaron imponiendo a Rusia significativas sanciones económicas. La OTAN, por su parte, desplegándose militarmente en los países pertenecientes más próximos. Medidas que no han frenado la evolución del conflicto, pero sí que ha tenido consecuencias dañinas para todos: los ciudadanos rusos que encuentran sus bancos con parte de los activos en el exterior congelados, así como, excluidos del sistema SWIFT (Sociedad para las Comunicaciones Financieras Interbancarias Internacionales) y, obviamente, los ucranianos que siguen siendo invadidos.
En este punto del conflicto, la involucración internacional es evidente, puesto que la problemática en Europa del Este nos salpica al mundo entero con mayor o menor medida. No solo en el gas o petróleo ruso, también en los productos alimenticios ucranianos que son exportados a muchos países. Del mismo modo, la lid supone una pérdida de dinero global (en material de batalla, desplazamientos militares, ayudas humanitarias, material médico-sanitario y un largo etc.). Todos los países con cierto poder están enviando armamento y material médico para contribuir en todo lo posible. De hecho, siempre se ha conocido a Suiza como un país neutro que no participaba en ningún altercado, pues eso ha cambiado dado que en estos momentos también ha dejado en claro su postura contra el ataque participando en pararle los pies a Rusia o, por lo menos, intentándolo como el resto de países.
España como miembro de la UE y de la OTAN, tiene el deber de participar activamente en dicha situación y de desplegar tanto material como brigadas de combate a diferentes puntos estratégicos. Esta cruzada en Ucrania nos va a afectar a nivel externo, como integrantes de dichas organizaciones, y a nivel interno en el bolsillo de los españoles considerablemente. Ya estamos notando estas consecuencias en el incremento del gas, del cereal y del petróleo entre muchos otros. A pesar de ello, ahora es nuestro momento de ayudar en todo lo posible, España está intentando hacerlo no solo a nivel militar sino a nivel social, por medio de acogida de refugiados y de envío de suministros.
La invasión rusa de Ucrania, que hoy seguimos cómodamente todos desde nuestros televisores, es un evento creado por los pro-soviéticos para espectadores, resultado del afán de unos señores que rebosan de poder, pero anhelan más, siempre más. Todo un espectáculo que aunque se disfraza de algo alejado y gratuito para los españoles, la realidad es que ya hemos comprado nuestra entrada para el show internacional. Sin ninguna duda, este va a ser digno de un par de óscars donde la trama se reduce a “un par de blancos heterosexuales que se encuentran midiéndose los egos”, el perfecto símil descriptivo que nos aportó nuestra amiga Sonsoles.
Basándonos en que nos encontramos en pleno siglo XXI, un siglo dotado de investigación y avance tanto científico como social, es un desperdicio desde nuestro punto de vista, el no poder llegar a acuerdos civilizados y seguir teniendo que recurrir al miedo y la destrucción de un ataque tan físico como es una guerra de artillería para imponer el poder del “ganador”.
¿Será este el inicio de la Tercera Guerra Mundial? El tiempo lo dirá.
Artículo de opinión de Menchu Pitarch y Erika Gayete, alumnas de 2º del Grado en Organización de Eventos, Protocolo y Relaciones Institucionales. Asignatura: Relaciones externas, públicas y privadas.
BIBLIOGRAFÍA
Dante Amerisi (5 de enero de 2020). La guerra es un lugar… Dante Amerisi. Poesía, pintura, músics y escritos de Dante Amerisi. https://danteamerisi.wordpress.com/2020/01/05/la-guerra-es-un-lugar/
Pujol de Lera, V. (2004).Sumario del nivel político de la Guerra. Universidad de La Rioja. Dialnet, ISSN 0213-6864, Nº. 283, 2004. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4580059
¿Qué es la guerra híbrida y por qué el conflicto Rusia-Ucrania podría ser un ejemplo? (2022, Enero 27). La Sexta Internacional. Nuevas formas bélicas. https://www.lasexta.com/noticias/internacional/que-guerra-hibrida-que-conflicto-rusiaucrania-podria-ser-ejemplo_2022012661f13d8104912a0001dd244e.html
Shone A. y Parry B. (2001 ), Successful Event Management, Cengage Learning EMEA.
Campos García de Quevedo, G. (2016), Eventos Corporativos: puesta en escena, creatividad y espectáculo, Editorial Sindéresis.
T, Pedro. ¿Qué son las Relaciones Institucionales Externas, Públicas y Privadas? Instituto Mediterráneo de Estudios de Protocolo. Alicante. 08 feb. 2022.
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