¿Aguna vez has oído hablar de «ciberdiplomacia»? Antes de entrar en materia sobre esta disciplina, conviene hacer un recorrido por la evolución de un concepto unido al devenir histórico: la evolución de la diplomacia y el ejercicio del poder.
La diplomacia ha sido algo inherente a la generación de una comunidad internacional formada por Estados. Eiroa San Francisco [1] define dicho término como:
“[…] la encargada de la formulación y ejecución de la acción exterior de un Estado, realizada por medios pacíficos, así como de los órganos encargados de ella”.
Su conformación a lo largo del tiempo ha ido cambiando y sumando nuevos significados en función del periodo histórico en el que se ejercitó. Si en un primer momento la acción exterior se canalizó casi exclusivamente de forma secreta y a través de delegaciones en países extranjeros, es a partir del siglo XX con la generación de organizaciones internacionales que esta empieza a ser pública. Con la guerra fría y el mundo dividido en tres bloques diferenciados (Capitalista, Socialista y Estados no Alineados), los Estados Unidos comprendieron la necesidad de tratar de influir en las esferas públicas de otros Estados con el objetivo de generar corrientes de opinión positivas hacia su estrategia interna y externa y que, además, diesen lugar a una condena internacional de su rival [2].
Dicha acción de influencia se ha visto reforzada en los últimos años con el uso de estrategias basadas en el Smart Power [3] y que se basan en:
1) El Soft Power o lo que es lo mismo la utilización de la cultura o los valores como país para generar una reputación positiva [4] (Nye, 2005).
2) El Hard Power que se puede definir como el uso de la coerción y los recursos económicos para lograr respuestas en el resto de sujetos de Derecho Internacional en base a los intereses de aquel que lo ejerce [5] (Nye, 200x).
La globalización, el cambio de la distribución del poder y el avance tecnológico como palancas de cambio
El sentido de combinar ambos tipos de poder se explica por los cambios producidos en el entorno y que han llevado a los Estados-Nación a generar nuevas herramientas para interactuar en la esfera internacional.
- La intensificación de la globalización a nivel comercial y financiero ha llevado un entorno internacional relativamente estable. Esto ha producido una serie de interrelaciones entre distintos sujetos internacionales que han obligado a los Estados a utilizar formas de disuasión y a ampliar los marcos interpretativos de la seguridad y defensa.
- Asimismo, hay que mencionar que en la actualidad se está inmerso en una esfera internacional en la que la potencia dominante sigue siendo los EEUU. Así, existen dinámicas contrarias al uso de instrumento de poder duro que han sido sustituidos por otros de poder blando. Como ejemplo de esta tendencia se pueden mencionar las dinámicas entre EEUU, China, Rusia y la Unión Europea basadas en la inversión, pero, también, en unos valores que les son propios en lo político, lo social, lo tecnológico y lo cultural a cada uno de ellos. De esta carrera por la primacía, surgirá un nuevo equilibrio de poder y, por ende, una redistribución de roles [6].
- También, se ha destacar el cambio en la generación del valor que está íntimamente ligado con el cambio de modelo productivo por las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la reordenación de la sociedad en una red en la que prevalecen las conexiones y los nodos [7]. En el ámbito internacional, también ha ocurrido algo parecido y es que la inmensidad de actores (ONGs, Organizaciones Internacionales, Multinacionales, Crimen Organizado, Lobbies…) que intervienen en las relaciones internacionales con una naturaleza variada ha complejizado sobremanera las relaciones de poder y el ejercicio de la soberanía interna y externa de los Estados [8] (Held, 2006).
La ciberdiplomacia como evolución lógica de dichos fenómenos: el caso de España
En base a este tipo de palancas de cambio, no es de extrañar que la diplomacia pública actual se haya visto seducida por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación para tratar de influir, no solo en los sujetos naturales de la acción exterior sino también a la ciudadanía de cualquier Estado.
Tal como se ha indicado anteriormente, la necesidad de generar credibilidad pasa por fabricar marcos y corrientes de opinión favorables, que antes de la aparición de la web 2.0 utilizaban los medios de comunicación de masas tradicionales, y la generación de una serie de entidades que sirviesen a la causa y que estaban relacionadas con el ámbito cultural y social. En definitiva, se busca cambiar la imagen sobre un Estado-Nación concreto [9].
En el ámbito español y a tener de los dos periodos de maduración más importantes de la diplomacia pública española (1996-2012 y 2013-Actualidad) se ha visto como la acción en redes de los principales actores ha ido encaminada a cumplir con este objetivo [10].
No solo se encuentra la generación de contenidos en redes sociales de instituciones tan prestigiosas como el Instituto Cervantes, España Global, el Foro de Marcas Renombradas o el Real Instituto Elcano, sino que, cada vez más, está proliferando la generación de contenido por representantes más tradicionales de la acción exterior española como los Consulados y las Embajadas.
Aunque dicha aparición pueda ser positiva Castro Martínez [11] destaca la falta de una estrategia global de país que ayude a coordinar las acciones comunicativas. Tampoco existe una bideraccionalidad en el mensaje, algo que hace que las cuentas de dichos organismos sean una especie de tablón de anuncios digital y, por último, destaca la necesidad de contar con contenido interesante y de seguidores en el ámbito español. Esto algo que contrasta profundamente con el éxito de Instituciones de reconocido prestigio como son, entre otras, el Instituto Cervantes y el Real Instituto Elcano. Sin duda, la situación actual deberá hacer pensar en los próximos años a nuestros decisores público sobre la necesidad de cambiar esta tendencia y potenciar los casos de éxito de nuestras acciones de diplomacia pública.
Autor: Gonzalo Pardo, docente de IMEP.
Referencias
[1] Eiroa San Francisco, M. (2008). “Diplomacia”. En Pereira, J.C. (Coord.) Diccionario de Relaciones Internacionales y Política Exterior. Ariel.
[2] Cull, N.J (2018). “Prólogo”. En Aguirre, D., Erlandsen, M. y López, M.A. (Eds.) Diplomacia Pública Digital: el contexto iberoamericano. Universidad de Chile y Universidad Nacional de Costa Rica.
[3] Nye, J.S. (2011). The Future of Power. Public Affairs.
[4] Nye, J.S. (2005). Soft Power. Public Affairs
[5] Nye, J.S. (2011). The Future of Power. Public Affairs.
[6] Sendagorta, F. (2020). Estrategias de poder: China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad. Deusto.
[7] Castells, M. (2000). La era de la información (Vol.1): economía, sociedad y cultura. La sociedad Red. Alianza.
[8] Held, D. (2006). Modelos de Democracia. Alianza.
[9] Castro Martínez, A. (2019). “Ciberdiplomacia y comunicación institucional: La presencia de la diplomacia digital española en redes sociales”, Revista Estudios Institucionales, 6(10): 45-72.
[10] Manfredi, J.L. y Rubio, R. (2018) “Diplomacia Pública Digital en España: de la idea a la acción”. En Aguirre, D., Erlandsen, M. y López, M.A. (Eds.) Diplomacia Pública Digital: el contexto iberoamericano. Universidad de Chile y Universidad Nacional de Costa Rica.
[11] Castro Martínez, A. (2019). “Ciberdiplomacia y comunicación institucional: La presencia de la diplomacia digital española en redes sociales”, Revista Estudios Institucionales, 6(10): 45-72.
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